miércoles, 21 de marzo de 2012

Hablar por hablar

De un tiempo a esta parte tenemos metida la tele hasta lo más profundo en nuestras vidas; ha llegado a ocupar un lugar que antaño estaba reservado para otros menesteres bastante más importantes. Hoy rara es la casa en la que no haya dos, tres y todas las "cajas tontas" que hagan falta; con Internet ya ni te cuento. Y al mismo tiempo que, con el disimulo de aquel  que, como que no quiere la cosa, arrampla el almuerzo en el Mercadona, se nos ha infiltrado hasta en el baño (el sanctasanctorum del hogar), nosotros hemos pasado a ser sus protagonistas. No porque se tenga en cuenta al espectador a la hora de disponer la programación, cuidar los contenidos o buscar la calidad (ilusos...), sino porque se televisa hasta el hurgarse la nariz.
Así pues, pones la tele y los realities, cotilleos y 'talks shows', telebasura en general vamos, son el pan nuestro de cada día. Hasta tal punto llega el mostrar las verguenzas del hombre que en la provincia de Henan de China decidieron entrevistar a los condenados a muerte un ratito antes de recibir a la Parca (¿puede haber algo más personal y respetable?). Claro, según está el mundo, no tardó nada el programa en cuestión (Entrevistas antes de la ejecución) en reventar las audiencias. Lo mejor de todo es que dicen que tenía función moralizante, para dar ejemplo de lo que te puede pasar si te portas mal, y que incluso muchos de los presos deseaban hacerlo, como algo liberador.
Tristemente, lo han retirado de la parrilla hace unas semanas porque daba mala imagen a nivel internacional. Sí, seguramente ese era el mayor de sus males...

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