viernes, 2 de diciembre de 2011

Ahí arriba, en el cielo




Vivimos inmersos en una actividad frenética (¡tantas veces nos parece que nos falta el tiempo!) agobiados por mil pequeñas cosas, deprisa a
todas partes, sin tomar un respiro ni poner pausa. En ocasiones podemos perdernos por las callejuelas de la gran ciudad o sentirnos agobiados y desorientados entre la muchedumbre.
Por eso, de vez en cuando es bueno alzar el vuelo. Porque desde lo alto el panorama se ve de otra manera. Y así es más fácil darse cuenta de lo que está pasando; nos permite estar atentos, vigilar. Contemplarlo todo desde otra perspectiva y, de este modo, afrontarlo con más facilidad. Desde arriba podemos actuar con claridad.
No nos dejemos comer por la grandilocuencia de Metrópolis. Elevémonos por encima de su sinfín de rascacielos. Estamos echos para lo más grande. Estamos hechos para volar.